Cuestión que, de los 72 kilos récord a los que había llegado, la balanza (o báscula, como le dicen en internet) hoy marcó 68,5 kilos, pero teniendo un toallón mojado en la cabeza, así que redondeemos a 68.
No me venía mal bajar de peso, por otras cuestiones. ¡Pero el jueves el pregunto a la gastroenteróloga cuándo podré volver a tomar una cervecita!
Mientras tanto, las costuras de los jeans, agradecidas.
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