Tanto el estudio de hoy como el del viernes dieron resultados negativos a todo lo malo. Mi estómago está bien, no tengo hernia hiatal, parecería que no tengo nada. Eso hasta que lo vea la gastroenteróloga y ahí veremos.
Mi doctora, la señora Hamamura, no parece japonesa, pero entre el apellido y la gente con la que trabaja debo sospechar que es descendiente directa de japoneses. Porque me mandó a hacer la endoscopía con un tal Gustavo Kido, que resultó ser hijo de Norberto Kido, el médico que le hizo las 1001 endoscopías a mi suegro. Y ellos sí que tienen cara de japoneses, sobre todo el padre. Dani los googleó y resulta que ellos tres, junto con 2 más de apellido japonés y un par más eran el equipo gastroenterológico del Hospital Francés. Queda todo entre japoneses, entonces.
Por supuesto, no pude evitar decirle a Kido jr. (parando a la anestesióloga al grito de "no me duerma todavía que le quiero decir algo") que su padre le había hecho varias endoscopías a mi suegro. Me preguntó el nombre y le respondí. Me preguntó cómo anda, y le dije que se murió. Qué simpática, yo. No quise agregar "y se murió acá, en terapia intensiva".
Con respecto a eso, Dani superó su... ¿cómo llamarlo?... trauma es demasiado fuerte, digamos "cosita" hacia el Sanatorio Otamendi y me acompañó (aprovecho la ocasión para decirle otra vez gracias y mandarle un beso; sé que lee el mail aunque haya dejado un solo comentario en la historia de este blog). Y otro beso a mi mamá, que también lee el blog y me acompañó.
Y voy cortando por acá. Creo que la anestesia sigue haciendo efecto y perdí la noción del tiempo. Cuando la gastroenteróloga me diga qué onda con mi sistema digestivo, les cuento. Pero supongo que todo se resume a esto: dieta.
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