La serie "hace casi 'tantos' años" que comenzó el 20 de septiembre era una cuenta regresiva hacia el día de mi cumpleaños. La idea era llegar a ese día con la cantidad de años que estoy por cumplir. Pero el día que llegué a un año donde no tengo fotos escaneadas en la compu (y andá a saber dónde estarán las fotos) estaba con mucho laburo (domingo); al día siguiente seguía con mucho laburo (otro laburo). Y encima a la noche a mi mamá le agarró un patatús que los médicos no terminan de identificar qué cornos pasó. Y al día siguiente (hoy) seguí con mucho laburo y mucha angustia. Mi mamá bien, en un sanatorio recién estrenado, que más que sanatorio parece hotel 5 estrellas (¡hasta tv de pantalla plana, tiene!), pero en realidad, y como es su costumbre, no quiere estar ahí ni medio minuto más (má: ¿cambiamos roles?).

Así que no sé si tiene gracia seguir con la cuenta regresiva. Ni siquiera sé si tendré más tiempo para hacerla. Lo que sí, si ven que no aparecemos por los respectivos blogs ni mi madre ni yo por un tiempo, ya se imaginan en qué andamos.

Besos, y nos vemos

(pero para el otro blog; los que tengan bloglines, ¡perdón!, me mareé; vayan al otro y respondan)

Adiós a mis sueños de destruir bichos en los ratos libres, recordaré con nostalgia los momentos de impotencia ante un lag con un ping de más de 40000 (*), me quedaré con la frustración de no haber podido jugar con mi papá... Aunque no me vendría mal dejar de alucinar con una Buenos Aires destruída



¡Espero que vuelva!



(*) lag: se colgaba el programa durante un tiempo; cuanto más alto el ping, más tardaba en volver a arrancar; se jugaba bien con un ping inferior a 500

Salimos de almorzar los 10+1 (porque Nico todavía no come) y casi todos nos fuimos caminando. Ahí me di cuenta que, entre todas las miles de fotos que le sacamos a mi sobrino, no había ninguna que estuviera andando en cochecito por la calle. Cuando saqué la tercer foto, fue inevitable recordar otra sacada hace un poco más de 30 años, probablemente por mi papá .

Ayer fui de vuelta a supervisar y resultó ser más fácil que el primer día. Por un lado, porque me cambiaron la computadora y entonces no pude hacer parte del trabajo, que era grabar las entrevistas y monitorearlas. Por otro, porque la gente llegó más temprano y laburó más. Obviamente, yo, chocha. Haber logrado algo sin haber cagado a pedos a nadie, sólo haciendo las demás cosas que tenía que hacer (o sea, monitorear qué estaba haciendo cada uno), es muy meritorio. Y no porque lo diga yo, lo dicen los números.

Veremos si me quedo con el turno de los sábados, que, por lo que me anticiparon, es mucho más relajado, ya que la gente de los fines de semana trabaja a comisión, con lo cual, si no trabajan, no cobran. Pero aún cuando me quedara con esta gente, los "terribles", no fue tan tremendo como algunos se imaginaron. O será que me gusta este tipo de laburos, no sé.

No, no me MORÍ (jajajaja, chiste interno). No escribí antes porque me fui a visitar a mi madre, y después volví y me puse a matar bichos en Villa Crespo y La Paternal (ejem, sí, el Fed, claro). La verdad es que creo que me fue bien en el trabajo. No sé si hice todo lo que me pidieron, sobre todo lo de cagar a pedos a la gente, pero mi trabajo le va a servir tanto a quienes me contrataron y quieren sacarse a los zánganos de encima, como a la gente que superviso y labura, ya que su laburo va a quedar plasmado de maravillas en mis informes. Separar la paja del trigo, digamos.

Beneficios adicionales:
1) puede ser que baje de peso. Entre lo que camino ida y vuelta, más la tensión (no stress) de estar vigilando a 9 personas al mismo tiempo, anotar todo, revisar llamadas
2) mañana me van a hablar sobre otro laburo en el mismo lugar, mucho más agradable, y seguramente mejor pago.

Ah, qué bien me siento.

"Che", le dijeron a otra persona, "necesito a alguien que venga a cagar a pedos a un grupo de pendejos que no laburan y hay tanta plata por ese trabajo". Dejé lo que estaba haciendo al grito de "¡yo, yo, yo quiero!".

En un rato salgo para empezar con la prueba piloto de dos días.
Iba a decir que lo lamentaba por ellos, pero la verdad que no, se la buscaron.




(el informe del después, a eso de las 5 de la tarde)

Hace rato que venía dando vueltas, que si lo abría, que si no era demasiado, que qué sé yo. Y para cuando me fui de vacaciones, la verdad que me estaba quedando cada vez con menos blogs para leer (alguno que cerró definitivamente, otros que escribían muuuuuuuy de vez en cuando, alguien que se enfermó y abandonó el blog...). Así que fue allá en el sur donde me decidí que sí, que no era para reemplazar ninguno de esos blogs ni para llenar huecos vacíos; pero si tenía menos blogs para leer, tenía más tiempo para escribir.

Por supuesto, al volver me encuentro con que la gente que casi no escribía había tenido un ataque verborrágico y hasta adiviné la vuelta de un blog que parecía perdido forever and ever. No me importó, la decisión estaba tomada. Como mi vuelta a la ciudad fue un tanto sacudida por la realidad, las cosas fueron lentas. Abrí el blog, le busqué un lindo template (gracias Agus!!!!!), pasé la información de este blog que me pareció más adecuado que se mudara al nuevito... y entonces me di cuenta que no tenía nada para escribir. Que si lo iba a inaugurar tenía que ser con algo nuevo. Y eso implicaba ir al cine a ver una película, cosa que aún no hice. Pero como el sitio no es sólo sobre películas, sino también sobre series, me pareció adecuado arrancar con una recomendación televisiva, sobre la nueva serie de un compañero que tuve en la universidad, el más famoso de esa camada.

Sin más, aquí un vistazo al nuevo blog

Mejor que las palabras... les muestro 6 momentos de mi hermosa mamá

El colectivo frenó por el semáforo rojo de Córdoba. Ella, pelirroja por adopción (de color de tintura) miró su reloj de muñeca. El colectivo arrancó y volvió a mirar su reloj. El colectivo dio la vuelta por Cabrera y volvió a mirar su reloj. El colectivo frenó en la parada y volvió a mirar su reloj. Después de que subieran los pasajeros, el colectivo arrancó y volvió a mirar su reloj. El colectivo hizo dos cuadras, paró en el parada siguiente y ella volvió a mirar su reloj. Arrancó y ella volvió a mirar su reloj. El colectivo hizo otras dos cuadras hasta la parada siguiente y lo que ya se estaba conviertiendo en ritual se volvió a repetir: al parar el colectivo, la pelirroja por adopción miró el reloj, y al arrancá, volvió a hacer lo mismo. Al llegar a Medrano, el semáforo estaba en rojo y se detuvo. Ella levantó la mano y antes de poder mirar otra vez el reloj por décima vez, la pasajera que estaba parada a su lado, en un arranque de desesperación, le gritó que seguía siendo más o menos la misma hora que cuando estaban en Canning y Córdoba. La pasajera se fue hacia el fondo del colectivo mientras la pelirroja se hundió lo más que pudo en el asiento, las mejillas coloradas como su pelo.

El 168 (ex-90) pegó la vuelta en Federico Lacroze, en dirección a la estación de trenes y el cementerio de Chacarita. Y entonces pasó. El día soleado de invierno, con algunos árboles de esos a los que no se les caen las hojas, comenzó a oscurecerse. Los árboles se secaron hasta las raíces, cayeron y se fueron desintegrando rápidamente. Los edificios se fueron derrumbando, la calle se llenó de (más) baches. Para cuando llegué a la estación Lacroze los autos se habían convertido en chatarra y el colectivo en el el que iba en un tanque nivel 20 con algunas mejoras en el blindaje y el armamento.




Maldito Federación.