Ayer fui de vuelta a supervisar y resultó ser más fácil que el primer día. Por un lado, porque me cambiaron la computadora y entonces no pude hacer parte del trabajo, que era grabar las entrevistas y monitorearlas. Por otro, porque la gente llegó más temprano y laburó más. Obviamente, yo, chocha. Haber logrado algo sin haber cagado a pedos a nadie, sólo haciendo las demás cosas que tenía que hacer (o sea, monitorear qué estaba haciendo cada uno), es muy meritorio. Y no porque lo diga yo, lo dicen los números.
Veremos si me quedo con el turno de los sábados, que, por lo que me anticiparon, es mucho más relajado, ya que la gente de los fines de semana trabaja a comisión, con lo cual, si no trabajan, no cobran. Pero aún cuando me quedara con esta gente, los "terribles", no fue tan tremendo como algunos se imaginaron. O será que me gusta este tipo de laburos, no sé.