El miércoles, después de un día HO-RRI-BLE, me subo a un bondi mientras hablo con Rocío... y después no sé qué hice con el celular, si lo apoyé sobre la mochila, si lo puse en el bolsillo y se cayó... La cuestión es que, cuando me estoy por volver a casa, me doy cuenta que no tenía el celular y que lo más probable era que hubiese quedado en el colectivo de ida...
Mascando impotencia, además de gripe, llegué a casa pensando en llamar al celular a ver si alguien lo había encontrado, o llamar a la línea de colectivo que había tomado. Y si no lo encontraba, iba a llamar a Dani para que lo bloqueara. Pero cuando llegué a casa, Dani estaba con el teléfono hablando con mi mamá... porque la habían llamado porque habían encontrado mi celular.
Una tal Nadia, que NUNCA toma el 127, ese día lo tomó porque la alcanzaron desde el gimnasio donde trabaja, en Palermo Chico, un poco más cerca de su casa, que es en Villa Ballester. Se subió al mismo bondi que yo, y cuando se fue a bajar miró para ver si no se le había caído nada... y ahí vio, en el asiento de atrás, mi celular. Pensó en dejárselo al chofer, pero supuso que no me lo iba a devolver. Así que buscó entre los contactos y llamó a "mamá" o "papá" para avisar que lo había encontrado.
Nadia no me quiso cobrar por el rescate, pero, imaginando que era profesora de gimnasia, le llevé de regalo una crema para manos y un gel para pies y piernas cansados... que, supongo, le van a ser útiles.
¡GRACIAS, NADIA!