Siempre tuvo buena onda. Y todos los indicios indicaban que él me estaba abriendo la puerta de su productora.
Después de tantos nervios, después de tanto tiempo, después de una semana de haber empezado a trabajar, hoy toqué el timbre, me atendió Leticia y al instante la puerta se abrió (o sea, no podía ser Leticia, que hubiera tardado unos segundos en llegar a la puerta):
era él, el dueño de la productora, abriéndome la puerta.
-Hola- dije sorprendida
-Hola- dijo él, y agregó - y bienvenida.
-Gracias- y entré.
Eso que yo venía diciendo como metáfora, hoy fue absolutamente real. Y maravilloso.