Y en el Día 2 ya las cosas se veían distintas.
Recién llegados a Salta, buscamos la casa de mi amiga Marina y pasamos a llevarles regalitos a Camila y a Huayra, que estará entre nosotros a partir del 19 de abril (por eso no posó para las fotos; salió adentro de su mamá).
Camila decidió llamar a su oso polar Celeste, así que pasó a ser osa polar. Fue extraño cómo eligió el nombre: por alguna razón, después de nombrar a Rocío (que fue quien hizo el oso), hablé de "la mamá de Nico, Celeste", y ahí tomó el nombre, aún cuando le aclaré que no era ella quien lo había hecho. Celeste, entonces.
Y después nos fuimos a almorzar todos a El patio de la empanada, lugar por el que siempre pasamos a comer cada vez que vamos a Salta.
Lástima que no me avivé de sacarnos una foto todos juntos en ese momento. Sería el cansancio del viaje. Cuestión que no salí en ninguna foto con Marina, y en ninguna foto salió Nano, novio de Marina y papá de Huayra. Habrá que volver para sacarles fotos.
Después nos fuimos a pasear por una feria artesanal cercana a la estación de tren, donde no hay ni un cartel (después nos enteramos que el tren a las nubes sigue sin funcionar). Compré un par de cosas (increíble, sólo un par), llevamos a Camila a lo de su papá, a Marina a su casa y seguimos viaje. Tomamos por la ruta 9 original, más lenta aunque más corta, porque es todo camino de cornisa en medio de una selva. Sí, selva.
Y hay muchos diques en el camino.
La primera vez que hicimos ese camino fue de noche, hace 6 años. Hace 4 lo hicimos igual que ahora, con tiempo feo y medio tarde, pero esta vez no diluvió al salir de ese camino. Por suerte, porque iba yo al volante y me cansa mucho manejar bajo la lluvia.
Pasamos por las afueras de Jujuy y seguimos con planes de dormir en Purmamarca. Pero antes, nos encontramos con algo que jamás esperamos encontrarnos: ¿mucho tránsito viniendo en sentido contrario? Pensamos que tal vez sería la gente que se había ido de paseo el fin de semana y que estaba volviendo a Jujuy o a Salta (era domingo). Pero era muuuuuuucho tránsito, constantemente pasaban vehículos de la mano de enfrente. Nos metimos en una nube, pero no fue problema porque delante nuestro iba un colectivo al que podíamos seguir con tranquilidad. Hasta que, de repente, veo algo insólito: fuegos artificiales. ¿Eh? Sí, ahí, arriba del colectivo, fuegos artificiales en el próximo pueblo, o sea Tumbaya. Y ahí el colectivo frenó, y nosotros detrás de él. Debemos haber estado unos 45 minutos para cruzar Tumbaya. Cientos de autos y colectivos parados a ambos lados de la ruta, varias decenas de puestos de comida y artesanías armados a la derecha de la ruta, no había por dónde escapar. Tuvimos que seguir al ritmo que el tránsito indicaba. Parecía Córdoba y Callao un viernes a la tarde. Sólo que estábamos en la Puna. Una locura. No hay fotos de ese momento porque ya era de noche; ni video tampoco, porque yo estaba al volante.
Cuestión que llegamos a Purmamarca y no encontrábamos una habitación doble a un precio razonable: o eran $330 o eran $50, pero por una habitación compartida con 4 extraños. Así que nos fuimos. A los 4 kilómetros cambiamos de conductor, porque había manejado todo el día y estaba agotada, así que siguió Dani hasta Tilcara. Hace 4 años habíamos pasado por ahí y no nos había caído muy simpático este pueblo. Una, porque nos habían hablado tanto del pucará y nos pareció tan artificial, tan reconstruído luego de haber visto las ruinas de los Quilmes... Dos, porque quisimos comprar empanadas de llama para llevar y no hubo caso, no nos las querían vender si no eran para consumir ahí.
Pero esta vez fue diferente...
[continuará]