Supuse que hablaba de mi cadenita.
-¿Esto?
-Sí
-Tiene una piedra rosa y una cosa de metal- simplifiqué, para no tener que explicarle de piedras semipreciosas y nudos celtas a una niña que no llegaba a los tres años
-Ah... ¿y dónde te lo pusiste?
Hasta que entendí la pregunta...
-En mi casa.
-Ah... ¿y la nena te dejó?
-¿Qué nena?
-La nena...
Hasta que entendí esa pregunta...
-¿Vos pensás que esto es de una nena?
-Sí
-No. Esto es mío. Y en mi casa no hay ninguna nena.
-Ah...
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