Ayer se quedó dormida mirando la tele. Ya no sabe cuántas veces le pasó en los últimos días. A veces, incluso, se despertaba al día siguiente y no podía recordar cómo había llegado a la cama. Con suerte, se acordaba en qué momento se había quedado dormida, pero después de eso, nada.

Ayer, sin embargo, se dio cuenta que se había quedado dormida y que tal vez no valía la pena intentar seguir mirando la película que estaba viendo (que, de hecho, ni siquiera la había visto desde el principio). Así que se fui a dormir. O eso creyó.

Después de hacer un par de cosas en el camino, apaguó la luz del velador. Afuera llovía. Y eso hizo que se le ocurriese algo para escribir. Hubiera ido directamente a la computadora y lo hubiera escrito ahí, pero su amor estaba haciendo algo y no quería molestarlo. Entonces, antes de levantarse, primero pensó en escribirlo al día siguiente, pero temió olvidárselo. Se levantó, tomó su agenda y una birome y volvió a la habitación.

Escribió, dejó las cosas al lado de la cama y apagó la luz.

Y la volvió a prender, escribió otras dos cosas y la apagó.

Y la volvió a prender y escribió un diálogo para un guión que tiene dando vueltas, no ése que todos conocen, sino otro, con algo de descripción de las actuaciones, poniendo una I al lado de los diálogos para recordar que eso tiene que ir en inglés. Llegó al final de la hoja y paró. Ya estaba por apagar la luz cuando decidió seguir escribiendo en la siguiente hoja, pero esta vez con los diálogos en inglés, directamente. Y cuando terminó esa hojita se dijo que era suficiente, que estaba bien aprovechar el impulso, pero que, ya que había comido poco y nada durante el día, al menos tenía que dormir. Fueron pocas horas en realidad, porque se levantó y se fue a la computadora a pasar todo.

Esto fue lo que escribió:
(no se ilusionen; el diálogo del guión no está)