Panyfiestas
martes, julio 10, 2007
La primer nevada
Era temprano, sobre todo para ser vacaciones de invierno. No sé por qué, pero tenía la costumbre de levantarme temprano, mientras el resto de la familia dormía, y me iba a la cocina de mis abuelos. Ahí me armaba un "nevadito": una gran rodaja de pan casero untada con manteca y cubierta con una gruesa capa de azúcar. Esa mañana, como otras, me había puesto a jugar a las cartas con una de mis primas (que no era Cata), una de las pocas que se levantaba igual de temprano. En un momento, por la ventana grande de la cocina, empecé a ver cosas blancas que flotaban. "Plumas", pensé. "Plumas blancas de las gallinas. ¿Se estarán peleando?". Pero me di cuenta casi al mismo momento que no podía ser eso, que tenía que ser algo más irreal, más imposible, más increíble, sobre todo estando en Choele Choel, provincia de Río Negro, lugar donde (según mi abuelo) las tormentas llegaban, se abrían en dos, y se juntaban del otro lado, sin largar una gota sobre el pueblo.

Salté de la silla corriendo hacia las habitaciones para levantar a los dormilones al grito de "¡Está nevando, está nevando!". Y todos, mis abuelos, mis papás, mi tía Martha, mis hermanas, mis primos, se fueron levantando para ver lo que mis ojos descubrieron primero.



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Ahora que lo pienso, debe haber sido en 1987; o tal vez unos años antes. Porque las fotos que sacó mi papá se sobreimprimieron sobre la última que realmente salió (el rollo era de 24 fotos, pero la máquina siguió sacando), una foto en la que yo llevaba la bandera de la escuela (y ahí sería 1987) o era escolta (entonces hablamos de unos años antes). Lamentablemente, no quedó ni una sola foto de la nieve que cayó esa mañana en Choele, con la enredadera de hojas enormes cubiertas por un par de centímetros de nieve blanquísima, parecida a la azúcar que le había puesto al pan un ratito antes. Pero esas imágenes (los copos-plumas, las hojas de enredadera blancas) quedaron bien a resguardo en mi cerebro.


[continuará]