Me estaba yendo de la casa de mis papás. Mi mamá, hilando palabras, salió con el tema "amistades que no agradecen (que no sería tan grave si...) y encima después te tratan mal". Ella habló de su (ex) amigo H. Y me preguntó por esas dos amigas mías, de las cuales no recordaba el nombre. V. y G. Y qué sabía de ellas. Nada, ya que hacía más de un año que no les hablaba. A G. me la crucé el año pasado en la calle; al verla, di media vuelta y crucé la avenida. No tenía ni tiempo ni ganas de iniciar una conversación. V. me había llamado para su cumpleaños de hace 2 años para invitarme, pero le dije a Daniel que atendiera. Y luego insistió llamando para mi cumpleaños. Justo cuando estaba en el baño. Igual, no hubiera atendido. Le di play al contestador y borré el mensaje sin escuchar más que "ho--". Ella insistía, pero yo quería cerrar el tema.
Anochecer
Si no fuera por el palo que me di con la bicicleta,
hubiera ido directamente en subte y hubiera caminado las cuadras que faltaban.
Si no hubiera decidido bajar del subte en la 9 de julio en vez de hacer combinación con el subte D para ir hasta Plaza de Mayo,
no hubiera visto ese 24.
Si no hubiera cortado el semáforo y hubiese pensado que el próximo 24 podía tardar mucho,
no lo hubiese tomado.
Si no lo hubiese tomado, y si ella no hubiese querido (porque yo, con la poca luz, los auriculares puestos y el dolor en el esternón no prestaba atención a nada),
no habría hablado con V.
Mientras intentaba poner cara de póker y responder vagamente a "¿por qué no me atendiste las llamadas?", por dentro me reía, pensando en mi mamá.
Sí, mi madre tiene esas cosas. Ella dice que es una lástima que no le sirva para ganar dinero.