Panyfiestas
miércoles, noviembre 09, 2005
Qué feo es el insomnio
Por un lado, te vas a acostar tardísimo.
Cuando ya estás en la cama, no parás de dar vueltas.
En medio de la noche, cualquier cosa te despierta: un ronquido, un grito en la calle, el gato tirando algo porque no le dejaste comida suficiente en el plato.
A la mañana, muuuuuuuuuy temprano, la luz que entra por la persiana rota que no te animás a cerrar del todo por miedo a no poder levantarla nunca más (sí, hubo intenciones de cambiarla, pero el lugar al que había ido cuando cambié la del living cerró... y no dejó huellas; en internet no encontrás ningún sitio -paradójico, en internet se encuentra todo-, en las páginas amarillas tampoco, en el barrio menos...) te desvela. Y si no es eso, es el gato que está tirando cosas para que te despiertes, para que le des más comida o para que le hagas unos mimos. Tal vez intentás que el gato se suba a la cama, pero últimamente no funciona: quiere que te levantes.

Y en el medio de todo esto, y gracias a, montón de pesadillas demasiado escalofriantemente reales con las cuales tu psicóloga se haría una panzada, si no fuera porque tenés un montón de cosas que pasan en el resto del día para contarle.

P.D.: miren la hora del artículo...