que se fuera a dormir con ella, que no se quedara olvidando penas arriba del avión, que no le gusta dormir sola.
Él le dijo que estaba ahí cerca, que cómo no iba a poder dormir.
Ella lo convenció. Quería que al menos la abrazara hasta que se quedara dormida.
Él se quedó.
Esa noche, las pesadillas no se acercaron.
Y ella, por primera vez en varios días, pudo dormir tranquila.