No sé cuántos primeros encuentros con personas recuerdo. Pero de éste, a pesar de lo chiquita que era, me quedó la primera imagen de ella.
Mis hermanas, Eugenia y Celeste, y yo habíamos pasado unos días en la casa de mi abuela Zulema y mi tía Viviana.
Hacía un calor espantoso, no podía dormir. Entonces miraba por la ventana. Desde ahí se veía bien el Sanatorio Güemes, que estaba a un par de cuadras. Miraba esperando no sé qué, porque mi mamá no se iba a asomar para decirme que estaba todo bien y que me fuera a dormir.
Hasta que un día nos llevaron a las tres al sanatorio. Nos quedamos en un pasillo y una enfermera la trajo en brazos (o, al menos, eso es lo que recuerdo). Era una bebita hermosa, cachetona, con la boquita cerrada como si te fuera a dar un beso y un rulito perfecto pegado en la frente.
Ahí estaba, la menor de las Antelo, la que siempre será mi hermanita, no importa cuántos años tenga.
María Rocío
¡¡¡FELIZ
CUMPLEAÑOS,
ROCHI!!!
CUMPLEAÑOS,
ROCHI!!!