Panyfiestas
jueves, enero 26, 2006
Una de vampiros *
Cuatro mujeres, de entre 19 y 32 años almorzando juntas. Terminan la comida, una se va a lavar los platos, otra (yo) termina su gaseosa, la otra no sé que hacía.

Salgo al balcón; era un hermoso día soleado. No suelo salir a ese balcón, no sé por qué. Tal vez porque es el centro, mucho ruido de tránsito, bocinas, y toneladas de smog flotando alrededor. Miro para un lado, miro para el otro, miro para abajo, estoy por entrar... y miro la ventanita del baño, que está justo al lado del balcón. ¿Esa cosa marrón peluda con esa otra cosa negra abajo es lo que creo que es?


¡¡¡UN MURCIÉLAGO!!!
(grito desaforado, a lo Luisa Lane cayendo del edificio del Daily Planet en Superman I).

Cuatro mujeres, desesperadas, dando vueltas, pensando qué hacer. Cerrar la ventana: no, aplastábamos al bicho. Pero, alto, ¿un murciélago durmiendo al sol? Debe estar muerto. ¿Seguro? ¿Quién quiere arriesgarse? A tomar todas las precauciones como si estuviese vivo, entonces.

Cerrar la ventana: no. Si el bicho estaba vivo se podía meter adentro del baño, y andá a sacarlo.
Darle un escobazo para tirarlo a la calle: suena bien, pero ¿y si sale volando y se mete adentro del baño? O, peor aún, ¿y si sale volando y se te tira encima? No surgieron mejores ideas, adelante, sigamos con el escobazo.
La dueña de casa decide pegarle desde adentro del baño. ¿Estás loca? Si se asusta y se mete al baño, te encerramos con el bicho ahí, para que no vuele por el resto del departamento. Si le pegaba de afuera y el bicho entraba al baño, bueno, ahí quedaba. Y el baño, clausurado hasta llamar a un especialista en el tema.

Una de mis brillantes ideas: tapemos la ventana con un plástico, así no puede entrar y la única posibilidad es que salga para afuera. Claro, yo no puse el plástico. Yo planeo, no ejecuto.

No había plásticos suficientemente grandes, así que juntaron dos y cuidadosamente los pegaron en la ventana. La dueña cambió la escoba por un secador de piso. Y las otras tres, cobardes, cerraron la puerta del balcón tras ella.

"Estaba muerto, cuando lo aplasté estaba como vacío", dijo la Cazavampiros. Digo, cazamurciélagos.

Cuando bajamos, ahí estaba, estrolado después de una caída libre de 8 pisos. Bueno, no muy estrolado. Se podía ver, mejor que cuando estaba en la ventana, las alas, las patitas, la cabeza, las orejitas. Un asco, digamos.


* bah, de murciélagos